martes, 28 de marzo de 2017

Icaro y Dédalo








Ante la negativa del rey Minos para que Dédalo abandonara Creta, Dédalo comenzó a maquinar la forma de escapar.

Como Creta era una isla era prácticamente imposible escapar por mar. El rey Minos tenía una flota importante y lo capturaría.

Dédalo había tenido un hijo con una esclava en Creta, su nombre era Icaro. Entonces decidió que escaparía con su hijo por aire.

Inspirándose en el vuelo de los pájaros, construyó entonces dos pares de alas. Unas para Icaro y otras para él. Acopió gran cantidad de plumas que fue fijando a la estructura con cera de abejas y luego las adaptó con un arnés a su espalda y sus brazos.

Cuando ya estaba todo preparado le dijo a su hijo:- Icaro, si quieres huir conmigo de esta isla, préstame atención y sigue mi consejo. Es necesario que vueles en la mitad de la atmósfera. Si vuelas muy bajo la humedad y el vapor del agua empaparán las plumas, éstas serán muy pesadas y caerás al mar. Y si vuelas muy alto, el calor del sol derretirá la cera, se desprenderán las plumas y también caerás al mar.

Una vez que terminó de dar todas las explicaciones, Dédalo se lanzó al espacio. Icaro lo siguió como un pichón que sale por primera vez del nido. Pero Icaro pronto se entregó al placer del vuelo con entusiasmo. La vista era maravillosa y comenzó a volar más y más alto acercándose peligrosamente al sol. Es así que las plumas comenzaron a desprenderse de la estructura hasta que Icaro cayó fatalmente, ahogándose en el mar.

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