martes, 28 de marzo de 2017

Las Orejas del Rey Midas



La diosa Atenea había inventado la flauta doble. Cuando la soplaba conseguía arrancarle hermosas melodías.

Una noche, en que Atenea estaba tocando la flauta en un banquete, Hera y Afrodita comenzaron a reírse en secreto.

Atenea se preguntaba porqué. Entonces se sentó ala orilla de un arroyo a tocar y cuando vio su aspecto ridículo, con las mejillas hinchadas mientras soplaba la flauta, la arrojó al arroyo con una maldición para el que la encontrara.

Tiempo después, Marsias encontró la flauta en el arroyo y consiguió arrancarle deliciosas melodías. Tanto que decidió competir con el dios Apolo.

Apolo llamo a las musas y al rey Midas que tanto apreciaban la música para que actuaran como jurado. Marsias tocaría la flauta y Apolo la lira.

Los dos tocaron sus instrumentos pero el jurado no pudo ponerse de acuerdo porque ambos dieron un espléndido concierto.

Entonces Apolo dijo: Te reto a que toques tu instrumento al revés como lo hago yo. Apolo dio vuelta la lira y siguió tocando.

-¡Yo no puedo hacer eso! Replicó Marsias.

-Entonces Apolo gana, dijeron las Musas.

-Eso es muy injusto, dijo el rey Midas-Su instrumento no se lo permite.

Como las musas eran nueve, Y Midas solo uno, ganaron ellas.

Apolo dijo entonces a Marsias:-¡Tu debes morir, por retar a al mismo dios de la música a una competencia! Y diciendo esto lo mató.

Después a Midas lo llamó burro y le tocó las orejas que comenzaron a crecer al instante, convirtiéndose en orejas de burro.

El Rey Midas avergonzado, corrió a cubrirse las orejas con un gorro frigio. No quería que nadie se enterase de su desgracia.

Pero su peluquero no tuvo más remedio que enterarse cuando lo fue a visitar para que le cortase el cabello. Midas lo amenazó de muerte si le contaba a una criatura viviente el secreto de sus orejas.

El secreto quemaba en el pecho del peluquero, necesitaba repetirlo desesperadamente.

Entonces viendo que no había nadie a su alrededor, cavó un hoyo a la vera del río Pactolus, se agachó y susurró dentro del hoyo: -El Rey Midas tiene orejas de burro.

Tapó el hoyo con arena, asegurándose que su secreto estaba bien enterrado y se fue aliviado.

Pero una caña comenzó a brotar y les susurró a las otras hierbas:

-El rey Midas tiene orejas de burro. Pronto los pájaros escucharon la noticia.

Justamente pasaba por el lugar un hombre llamado Melampo, que comprendía el lenguaje de los pájaros. Melampo le contó a sus amigos y luego fue delante del rey Midas y le dijo:

-¡Quítate el sombrero, quiero ver tus orejas de burro!

El rey Midas, sorprendido, primero le cortó la cabeza al peluquero y más tarde se mató a si mismo por la vergüenza.

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